jueves, 26 de marzo de 2009

Noche atrás

... Miraba dulcemente sus ojos apacibles. Me di cuenta que no me miraba a los ojos, él miraba mi pelo, que caía sobre mis hombros desnudos, y luego recorría con la mirada mi brazo, mi cintura, mis muslos mis piernas hasta los dedos de mis pies.
Se acercó y estuvo lo suficientemente cerca como para que con tan solo un movimiento mío, nuestros labios se encuentren.
Creo que nunca antes lo había sentido de ese modo. Esa calidez nunca antes experimentada.
Se me hizo muy rara la sensación; ese clímax creado fue demasiado puro, demasiado mágico, sin necesidad de nada más que meras miradas abrazos eternos y besos demasiado dulces para ser olvidados.

Me alejé por un segundo, y observé su expresión, era calma, pero notaba la excitación en su mirada, no pude evitarlo y sonreí, colmada por la alegría.
El me inclinó hacia atrás en un abrazo y me acaricio el pelo y luego la mejilla; se acostó a mi lado y miró el techo, mientras yo, simplemente no podía dejar de mirarlo.
Luego posó sus ojos marrón profundo en la silla del escritorio.
- Me gusta mucho esa remera tuya... - dijo, sin mirarme y con una sonrisa dibujada en su rostro -...Pero más me gusta que no la tengas ahora... - y se volvió para besarme de nuevo.
Recorrió con la yema de los dedos mi cuerpo, desde mi nariz, pasando por mis labios, mi barbilla, el cuello hasta detenerse en el centro de mi pecho. Sus ojos estaban inyectados de deseo y yo internamente temblaba con cada respiración.
La poca luz de la habitación era dada por la iluminación de la calle que pasaba por entre las rendijas de la persiana. Casi en la total penumbra podría haber reconocido cada parte de su cuerpo en totalidad.

Y así paso la noche, nos hundimos en un beso profundo que duró horas tal vez, el contacto de nuestros cuerpos fue único, inolvidable, incomparable. Cada temblor interno mío, lo hacia sonreír y acercarse, creo que pasé la noche con una leve taquicardia y tratando de no olvidar respirar.
¿Lo mejor de esa noche? fue él, sus ojos, su pelo, el olor de su cuerpo, su sonrisa, su manera de besarme, acariciarme y hacerme sentir suya...
¿Lo peor de esa noche? fue el sol, que ya se había asomado y anunció un nuevo día.

La magia había terminado...

Lo escribí hace no mucho, en un ataque de emoción...
Espero que les guste.